EL SAPO Y EL ALACRÁN.
Un sapo nadaba alegremente en las aguas de una laguna. De pronto...Llega a la orilla un alacrán con cara de necesitado. Y le dice al sapo : "Señor sapo, hagame el favor de cruzarme a la otra orilla de la laguna, me urge". El sapo le contesta: "Lo siento señor alacrán, pero si yo intento pasarlo, usted me entierra su aguijón y me mata".
"Ja Ja" Se rió burlonamente el alacrán, "Tenga la seguridad don Sapo que yo no le haré daño", le dijo con humildad. Y después de discutir el asunto, el alacrán subió en los lomos del sapo y éste comenzó a nadar rumbo a la otra orilla. Cuando iban a media laguna, el alacrán atacó a su benefactor, le clavó su ponzoña y el sapo replicó : "Se lo dije, se lo dije que usted me iba a matar, es usted un grosero y mal agradecido".
El alacrán contestó de manera irónica "Disculpe don sapo, pero esta es mi naturaleza y no la puedo cambiar".
REFLEXIÓN PARA LA VIDA
Solo Dios conoce los corazones de los hombres y nadie más. Desafortunadamente existe gente que tiene mala levadura y planean hacer maldad, pero hay otros que de manera no malintencionada hacen las cosas , porque a la verdad esa es su naturaleza. La vieja naturaleza es mala, pecaminosa, no busca lo bueno, se goza de hacer la maldad. Se hace necesario encontrar una nueva naturaleza y eso solo es posible en Cristo Jesús, quien es el único que puede cambiar la vieja naturaleza.
Es posible que el alacrán no quería hacerle daño al sapo, pero lo hizo. No midió las consecuencias porque al meterle el aguijón al sapo, irremisiblemente éste moriría y lógicamente, el alacrán también moriría porque se ahogaría.
Así hay gente, no mide las consecuencias y casi siempre el malo cae en su propia red.
Pastor Diego Acuña
Iglesia Centro de Restauración el Shaddai.
Managua, Nicaragua.